No nacimos para mirar el cielo
barados en la misma playa.
Para juzgar el mundo
conociendo media pugada.
Para despreciar el tiempo
como si no se acabara.
Castillos de naipes
para mentes insaciadas
no veo la felicidad en la ignorancia
ni en la apatia de una larga jornada.
Que sentido tiene un Dios
si el mar sobor nunca se marcha.
Alivia más una dosis de amor
de amigos, bares y cama.
Quiza purifica más el sudor
que se derrama cada madrugada
ya sea en un cuarto para dos
o frente a una fría almohada.
Quizá se aprende más viendo una flor
que doce hoce horas frente a una tabla.
Quizá a nadie importa el sabor
de mi alma soñadora tapiada,
escasos mil metros de suelo
para miles de hectarias que abarca.
Tan solo me sacia ese calor
y cada vez más frías la garras
solo espero que ese ardor
salga aunque sea a patadas
y pueda llenarme el corazón
de risas, gritos y enseñanzas.
Y ahí lo dejo, sin retocar ni nada. Escrito en pocos minutos pero que más necesitas cuando son los sentimientos los que hablan.
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